Quiero tantas cosas. Quiero tomarle la mano a este hombre y sentir que está ahí, conmigo; y no tener la certeza de que su corazón anda en otra parte, haciéndose curaciones, sacándose los puntos, intentando sanarse. Quiero que me quiera. Que se despierte pensando en mí. Que yo sea la primera voz que espera escuchar en las mañanas, que se prepare el café y tenga ganas de contarme lo que soñó la noche anterior. Que seamos cómplices y un gesto privado, en público, sea tan efectivo como una broma elaborada. Quiero que caigamos en todas las cursilerías que se usan entre las parejas: que me diga que soy su mujer, que se ponga celoso cuando alguien me llama o me mira más de la cuenta, que una vez me haga un escándalo o que diga que tiene miedo de perderme. Quiero estar inmersa en uno de esos amores que te cambian, que cuando se acaban nunca eres la misma. Quiero sentir cosas. Evidentemente preferiría que no sea el desengaño lo que me mueva después de esta aventura, pero, demonios, si hay que pasarlo mal, para eso estamos. Para sufrir, reírse, disfrutar. Quiero que la relación tenga un nombre. Quiero saber si somos novios, amigos con ventajas, ex amistosos, amantes, el amor de su vida que dejó pasar. Quiero tener una etiqueta en la frente: esta es Consuelo y para mí significa...
Esto lo saque de la columna treina y uno de la Ya del Mercurio, no es mi estilo postear con cosas que no sean escritas por mi, pero no lo pude dejar pasar... por Dios que bonito!
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