Hace rato que estoy tratando de escribir y sólo veía el cursor tintinear, estoy con problemas de motivación, quería escribir de algo simple y simpático así como que se me acaba el tiempo para hacer mi tesis y prácticamente me tengo que poner las zapatillas de clavo para terminarla a tiempo, todos trabajamos mejor a presión, a todos nos pasa, o no? en fin.
Son las dos veinte de la madrugada, y si me quedo dormida en el instante, me quedan cinco horas y media para dormir. La angustia de ver que se me pasa la hora más me quita el sueño y a medida que pasan los minutos hago el nuevo cálculo y me estreso porque cada vez se reduce más el tiempo y pienso en que mañana voy a estar con sueño y tengo tanto que hacer, a quién no le ha pasado cierto? Resignada total a que efectivamente no dormiré en por lo menos un par de horas más empecé a pensar en esas cosas que no quiero y me dan ganas de llorar, pero no lloro porque me da lata. Sí, me da lata. Es tanto lo que lloro que he alcanzado la cima de la curva de aprendizaje. Sé que si empiezo a pensar en ciertas cosas y analizarlas en profundidad, es llanto seguro y la verdad no quería llorar y pasé de largo el análisis. Es que cuando uno tiene una pena grande que acompaña todos los días desde que te levantas hasta que te duermes aprendes a vivir con ella; como que la manejas, a ratos se te olvida o simplemente pasa a ser algo no tan grave o extraordinario sino que parte "de" y te pones en modo survivor y haces tu vida tal cual la hacías antes y eres capaz de levantarte todos los días y lograr todo lo que te propones y también dedicas tiempo para entretenerte, obvio la vida continúa, y sales a carretear con las amigas, quizás más que antes, te ríes como loca, te tomas unas piscolas, bailas, lo pasas regio y al final de la noche llegas a tu casa te lavas los dientes, te sacas la pintura, te miras al espejo y sientes un apretón en el pecho y esos segundos antes de dormir te acuerdas de cuanto te duele y se te cae una lágrima... a quién no le ha pasado?
1 comentario:
mmm de más...
A quién no le ha pasado...
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