lunes, 13 de noviembre de 2006

La Última Cena

Después de haber quedado nuevamente con el ego six feet under, decidí que sería prudente alejarme un poco del guatón y todo su ambiente, esperando que Dios me hiciera un regalo y les hiciera un lavado de cerebro o que Superman me prestara la capa para retroceder el tiempo.
La idea tampoco era volver a los brazos del Infame después de que mi vida de "soltera" se estuviera convirtiendo en Bridget Jones III: total loss of reason (entre comillas porque nunca fui su polola y técnicamente nunca dejé de ser soltera).
Por eso fui con un par de amigas a la casa de un muy buen amigo -ambiente totalemente distinto sin distracciones-, pasadas varias piscolas salimos todos juntos a bailar. Se me pasaron las copas, obvio. Me subí al auto y la ventana estaba mala. Lo único que atinaba a decir era "abránme el sunroof, quiero airesito" mientras un amigo hostil gritaba que yo iba a vomitar, cosa que era cierta pero no había para que hacer tanto escándalo, o sí?
Derrepente para el auto, esperamos un rato y se sube Da Vinci - primochicodelamigo/sub-18/guachón guachón - milagrosamente se me pasa todo, seguimos andando y muy digna me bajo del auto para seguir carreteando como si nada hubiese pasado.
Pasa como una hora mientras me lobeaba a cuanto guachón se moviera sin éxito, obvio, y aparece él. Eran los ojos más brillantes del mundo, un par de polcas azules, pelo negro y cuerpo hecho a mano, me dice hola, me toma la mano y me lleva a bailar, por supuesto sin ninguna objeción. He got me at hello.
Pasan un par de minutos y me da un beso gigante de esos que parecen no terminar nunca, hace tiempo que no daba un beso con ganas y sin remordimiento. Para que no fuera puro beso, no quedar como pedófila y por lo menos saber su nombre, le empecé a conversar.
Qué edad tienes?
18
Ufffff.... no me lleva el Sename
Se qué???
Ok. No talking.
Después de eso no me quedó otra que aplicar puro besuqueo colegial, bastante increíble por cierto. Me lo llevé a lo oscurito para que no me viera todo el mundo porque, cabe destacar que estaba en la pista de baile y aunque Da Vinci no puede ser más mino no quería quedar como la vieja que se come al sub-18.
Me fueron a buscar para avisarme que nos ibámos, nos subimos al auto, los dos atrás por supuesto, y sin poder aguantarme, sabiendo que me iba a arrepentir toda la vida de besuquearme con un sub-18 en un asiento trasero con público en el de adelante, seguí. Se bajó, se despidió con un beso colegial, me cambio de asiento y mi amiga no me dijo nada. Sólo se rió de mi todo el resto del camino hasta que llegue a mi casa sientiéndome como Mrs. Robinson y el seguramente como el graduado. God! I´m so old.
Sin embargo, este hombre es un derecho y no me arrepiento en absoluto de haberlo elegido, como mi Da Vinci para mi última cena antes de empezar a tomar las riendas de mi vida... de una vez por todas.
P.D: Me mintió, tenía 17.

No hay comentarios.: