miércoles, 17 de enero de 2007

Almorzando en el 1634


Dos de la tarde, Almorzando.
Antes de seguir, debo hacer un alcance. Si para el común de la gente almorzar es sentarse en una mesa y compartir un grato momento familiar alrededor de un festín culinario, están muy equivocados. En mi casa el almuerzo es el equivalente a ponerse los guantes y subir a un ring de box. Acto seguido que uno osa sentarse en las amadas sillas Luis XVI de mi madre, empiezan las ofensas, descalificaciones, peleas, llantos y demases. He llegado a la conclusión de que este espacio esta algo así como embrujado, es más, estoy convencida de que la ira de nuestros ancestros araucanos reside en esos diez metros cuadrados. Por qué digo esto? dato histórico: mi casa esta construida en el mismísimo lugar donde se llevo a cabo la guerra de Arauco, no me extrañaría que alguna osamenta de Caupolicán este a metros bajo la mesa, o-se-a... cualquiera tira mala vibra si lo atravesó una picota por ahí mismo. O quizás el alma errante de Guacolda anda merodeando y haciéndonos algún tipo de machitún, digamos que ella también tiene derecho a estar bastante enojada si le mataron de un lanzazo a Lautaro en la puerta de su ruca... en fin, podría estar todo el día paseándome por todas las calles de mi queridísima cuidad describiendo la causa de tanta ira reprimida.
Ok. me fui por las ramas, come back. Hoy la pelea fue por algo bien especial, mi papá le dijo a mi mamá que éramos como dos gotas de agua, en lo que carácter se refiere. Mi mamá se deshizo en explicaciones absurdas de que no eramos parecidas, cuando todos sabemos que sí. No le gustó mucho la idea, aparte que empezaron las descripciones un poco peyorativas de nuestro carácter que no era del todo agradable, pero no era para tanto tampoco. Como siempre todo termino en una avalancha de cosas pasadas, del año de la pera en realidad, con mi papá riéndose y mi mamá casi al borde del ataque de nervios, como nunca no discutí y mire desde afuera de este show, la verdad, tenía un leve parecido a Casado con Hijos.
Lo más insólito es que en medio de la pelea mi papá mira por la ventana hacia el jardín y dice: "es esa una planta de marihuana??", todos nos dimos vuelta y salimos a mirar... y era una. Mágicamente se acabo la discusión y empezó la creación de teorías de como había llegado aquella semilla hasta mi jardín... God save Cannabis Sativa for bringing the peace to my lunch!!!
P.D.: Para los que no saben 1634 es el número de mi casa.

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